Su sobriedad exterior contrasta con el rico patrimonio que hay en su interior. En sus dependencias puedes sentir la presencia del pasado y, en un abrir y cerrar de ojos, recorres pasillos y siglos junto a grandes personajes de nuestra historia.
El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial fue encargado por Felipe II, segundo monarca de la dinastía de los Austrias, para conmemorar la victoria de San Quintín, que tuvo lugar el día de San Lorenzo de 1557. La primera piedra se colocó el 23 de abril de 1563 y fue inaugurado el 10 de agosto de 1586.
Su superficie es de 33.327 m2, tiene más de 1.500 habitaciones, 2.000 ventanas, 15 claustros, 16 patios, 88 fuentes y 9 torres.
En su Cripta, están enterrados los reyes españoles de cuatro siglos, excepto Felipe V y su hijo Fernando VI, enterrados en la Granja de San Ildefonso y en el Monasterio de las Salesas Reales en Madrid.
En la bóveda de la escalera principal, puedes contemplar: "La Gloria de la monarquía española", pintada por el napolitano Luca Giordano en 1692. Una obra de extraordinaria técnica y belleza, ejecutada en el increíble tiempo de siete meses. En ella aparece Felipe II con los arquitectos del Monasterio, Bautista de Toledo y Juan Herrera. Se representan también escenas de la Santísima Trinidad y de numerosos santos españoles. Por otro lado, apoyado en una balaustrada, asoma Carlos II explicando a su esposa y a su madre, el significado de la obra que había mandado realizar.
Por el Patio de los Reyes, accedes a la Basílica, una obra maestra de la arquitectura española del Renacimiento. En el retablo, pinturas de Zuccaro y Tibaldi, y las estatuas de los hermanos Leoni de las familias de Carlos V y Felipe II, situadas a los lados del altar mayor.
Un paseo por sus jardines en la ladera del monte Abantos, en plena Sierra de Guadarrama, echa el cierre a una visita monumental, considerada por muchos, la octava maravilla del mundo.
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