Nos muestra la Torre de Londres, un castillo ubicado a orillas del río Támesis, justo al lado del Puente de la Torre. Su construcción la ordenó el francés Guillermo el Conquistador a finales de 1066, como parte de su conquista a Inglaterra. Al ser un rey extranjero, su fama entre los ingleses no era buena, por lo que decidió crear esta fortaleza para defenderse.
La Torre ha sido muy importante a lo largo de su historia, quien tenía el control de la Torre, tenía el control del país. Este castillo ha llegado a ser prisión, armería, zoo de la corte, tesorería, Casa Real de la Moneda, Observatorio Astronómico y casa de las Joyas de la Corona del Reino Unido, entre otras. También existe su lado oscuro, porque en la Torre se produjeron torturas y ejecuciones sobre las que giran historias misteriosas.
Los personajes más amables son
sin duda los Beefeters (la foto es genial Noah), y es que estos guardianes eran los únicos a los que la familia real alimentaba con carne para mantenerlos en forma en épocas de carencia. De ahí su nombre: Beef (carne de ternera) y eater (el que come) Los Beefeaters son un cuerpo creado en 1485 por el rey Enrique VII para dar seguridad a la Torre y controlar a los prisioneros en aquel entonces. Hoy en día, hacen a veces de guías y se prestan a resolver dudas de los turistas que la visitan. No debemos confundirlos con los imperturbables Guardias Reales, de quienes a primera vista lo más llamativo, es su gran sombrero hecho con pelo de oso negro canadiense.
Por último nos trasladamos a Chinatown, el barrio chino londinense. Este barrio es relativamente pequeño, lleno de farolillos rojos, restaurantes asiaticos y señales en mandarín. Un final exótico de un recorrido por un Londres fascinante.
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