Al adentrarse en sus calles estrechas y empedradas, van dejando a los lados casas blancas llenas de flores, restaurantes alteanos que huelen a azafrán, hoteles con encanto, o tiendas de delicada artesanía que dan paso a rincones escondidos y a miradores conocidos por el espectáculo que ofrecen. En lo más alto del casco viejo se encuentra Nuestra Señora del Consuelo, una iglesia que no pasa desapercibida porque tiene dos cúpulas azules y blancas que son una joya.
Sus vistas infinitas al mar son imponentes, pero lo es aún más el Peñón de Ifach, un Parque Natural que es un símbolo del paisaje de la costa alicantina, uno de los iconos más representativos de la Costa Blanca.
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