Han sido Alberto y Elena los que nos han llevado de viaje a Granada. Son nuestros amigos y son tan generosos, que les damos las gracias de corazón por trasladarnos a esta ciudad tan llena de magia.
Sobre una colina rocosa de difícil acceso, junto al río Darro, protegida por las montañas y rodeada de bosque, entre los barrios más antiguos de la ciudad, la Alhambra se levanta como un castillo imponente de tonos rojizos, que bajo la luz de las estrellas es de color plateado, pero bajo la luz del sol, su tono es dorado.
Quizás sea el patio de los Leones el lugar más conocido de la Alhambra. Su nombre procede de los doce leones surtidores de la fuente de mármol blanco, que ocupa el centro del patio.
El Patio de la Acequia es el verdadero corazón del Generalife, villa de descanso de verano de los sultanes, lleno de preciosas vistas de los barrios del Albaycín y el Sacromonte.
El agua funciona a modo de espejo reflejando la arquitectura y los elementos decorativos, contribuyendo a una sensación de paz.
En el corazón de la ciudad, se encuentra la catedral de Granada, una de las obras cumbres del Renacimiento español. Aunque pasan desapercibidas a los ojos de muchos, destacan sus vidrieras de incalculable valor, firmadas por grandes artistas renacentitas.
En la intersección entre las calles Pavaneras y la Gran Vía, se encuentra el Monumento a Isabel la Católica. La reina Isabel está sentada frente a un Cristobal Colón, arrodillado para recibir las capitulaciones, que fueron firmadas el 17 de Abril de 1492, en La Casa Real de Santa Fe.
Federico García Lorca escribió: "Granada está indefensa ante la gente; porque ante la adulación nada ni nadie tiene forma de defenderse’.
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