Cuenta la tradición que en 1340, el rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio Románico Germánico, Carlos IV, estaba cazando en un frondoso bosque, a orillas del río Teplá, cuando descubrió una humeante laguna. De la tierra brotaban fuentes termales y allí, decidió fundar una ciudad-balneario: Karlovy Vary, que significa "baños termales de Carlos".
En la "Belle Époque" se construyeron edificios señoriales y desde los puentes del río Teplá, resulta una encantadora colorida postal, una imagen congelada en el siglo XIX. Un edificio emblema de la ciudad, es el histórico hotel Pupp, donde se celebra el prestigioso Festival de Cine de Karlovy Vary. Pero su historia se remonta a 1767, cuando el matrimonio Pupp, una familia de pasteleros prestigiosa, lo transforman en el lujoso y reconocido Grand Hotel Pupp. Según el arquitecto francés Le Corbusier: "La mejor integridad arquitectónica en Checoslovaquia la tiene la ciudad de Karlovy Vary. Es como una reunión de pasteles. Tienen el mismo estilo, la misma elegancia". Todo Karlovy Vary destila refinamiento.
Iglesia ortodoxa de San Pedro y San Pablo, construida en 1898, y financiada por los visitantes rusos que iban a descansar a este balneario. Impresionan sus cúpulas doradas y el color blanco y azul de sus muros.
El pabellón de las Fuentes Termales, también conocida como la Columnata del Hervidero, alberga en su interior un gran chorro de agua, al que muchos acuden para cumplir con el ritual de llenar las típicas jarritas de porcelana, de agua curativa.
Personalidades como Goethe, Nietzsche, Kipling, Strauss, Freud o Chopin, acudían a este "rincón líquido" de Bohemia, donde el agua se venera, para curar sus dolencias, relajarse y, tal vez, ir al encuentro de sus musas.
Personalidades como Goethe, Nietzsche, Kipling, Strauss, Freud o Chopin, acudían a este "rincón líquido" de Bohemia, donde el agua se venera, para curar sus dolencias, relajarse y, tal vez, ir al encuentro de sus musas.
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