Según la tradición, en Valencia, se improvisaban hogueras con muebles viejos para celebrar la llegada de la primavera, coincidiendo con el día de San José, patrón de los carpinteros.
Las fallas, se "plantan" en las calles por toda la ciudad. Son verdaderas obras de arte, que convierten el casco antiguo de Valencia en un museo. Cada falla suele seguir una temática, grupos de esculturas o individuales, los ninots, que cuentan su propia historia, con dosis de humor, sátira y mucha creatividad.
La emoción más esperada, verlas arder la noche del 19 de marzo.
Pero hay mucho más, las mascletás, la deslumbrante Nit del Foc, la Ofrenda de Flores a la imponente Virgen de los Desamparados.
Los falleros, vestidos con trajes tradicionales, muestran la mejor artesanía con mucho colorido y devoción.
Su música, conciertos y pasacalles invaden Valencia.
En Fallas, además de a pólvora, huele a buñuelos de calabaza y chocolate. Olores que te impregnan y nunca olvidas.
El fuego, que es principio y fin, marca que tan sólo faltan 365 días para que vuelvan a resurgir de sus propias cenizas.
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