Había un tiempo que el sol blanqueaba las sábanas, tiempo donde se iba andando o en bicicletas a los sitios y por las noches, las aceras se llenaban de sillas ocupadas por familias enteras, tomando el poco aire que corriera y viendo a sus hijos jugar y al cuidado de que no se cayeran o riñeran con algún otro niño.
Había un tiempo que nuestro despertador era nuestra madre o el canto de los pájaros o del gallo, tiempos de merienda de mortadela, de coleccionar cromos, de vestir a las muñecas de cartón.
Era un tiempo donde no sobraba nada, excepto el tiempo, que teníamos mucho, para estar con la familia, con los amigos y disfrutar de los pequeños detalles de la vida.
Ese era realmente el tiempo de 24 horas al día, donde eras tú, el que manejabas las agujas del reloj y ahora el tiempo nos echa de menos, porque tenemos de todo, menos tiempo!!.